Latinoamérica avanza y Argentina apaga su última esperanza

"Algo falla en el marketing del automovilismo argentino. Todos conocen y admiran la garra de Los Pumas por ejemplo, o el talento de la "Generación Dorada" de Basquet o la determinación de tenistas como Del Potro o Nalbandian. Quienes conocemos a Esteban Guerrieri, sabemos que en él conviven la garra, el talento y la determinación de todos ellos juntos y lo ha demostrado con creces"

Así comienza este análisis de una realidad que no es ajena a ninguno de los fanáticos del deporte motor. Una realidad que va más allá de Guerrieri, porque el automovilismo argentino está cerrando su eje de acción, pierde patrocinadores del rubro que emigran a otros eventos deportivos o culturales, pierde espacio en los medios no especializados y se resiste a fomentar un plan de expansión con planificación internacional.



En un contexto donde otros países de Latinoamérica tomaron la posta que alguna vez Argentina sembró en los autódromos del mundo, cada año que se pierde es una etapa irrecuperable para el deporte motor nacional. Lo que consideramos como un automovilismo fuerte, en muchos casos no coincide con la realidad, plagada de autódromos obsoletos y de categorías que se repiten.


Sin embargo hay esperanza. Argentina cuenta con excelentes pilotos, grandes técnicos y muy buena mano de obra. Además tiene algo que es imposible de transferir o de limitar y es la pasión de los fanáticos. Basándonos en esto, claro que hay esperanza de insertar otra vez al deporte motor en el mundo, pero es tiempo de que reaccionen todos los sectores que forman parte del mismo.


Argentina cuenta con pergaminos inexorables, a la hora de repasar su rica historia del deporte motor, en lo que se refiere a los abanderados que se encaramaron en conquistas internacionales.

Solo por citar algunos nombres, sobresalen de esa nómina Juan Manuel Fangio, quíntuple campeón del mundo en Fórmula 1; José Froilán González, subcampeón de F1, primer ganador con Ferrari en el campeonato oficial y ganador de las 24 horas de Le Mans; Carlos Alberto Reutemann, subcampeón de F1 y último argentino ganador en la máxima y Oscar Rubén Larrauri, múltiple ganador en competencias Endurance.

Solo esos nombres alcanzan para poner a la Argentina en un lugar de privilegio para el deporte motor, aunque hubo muchos otros que, en diferentes épocas, también intentaron la epopeya de "conquistar el mundo" acelerando en las pistas europeas.

En la actualidad, es dificil aceptar que tanta historia no puede ser relevada, que no haya, desde el ente rector del automovilismo argentino, el ACA, un ápice de voluntad para encarar un proyecto sólido, con planificación a largo plazo, como para volver a tener presencia argentina en las pistas del mundo.

Es cierto que el automovilismo argentino es "fuerte" y que así lo ven incluso los fanáticos de otros países latinoamericanos.

En contacto permanente con seguidores via twitter, gente de Venezuela, Ecuador, Guatemala, Uruguay, Paraguay, Colombia, Costa Rica y México entre otros, destacan de Argentina, la cantidad de autódromos y la diversidad de categorías autóctonas.

Desde aquí podemos apreciar que hay una gran cantidad de circuitos obsoletos y otros tantos abandonados. En cuanto a las categorías, la diversidad y cantidad afecta a la calidad. Hay muchas divisionales sin rumbo, aniquilándose unas con otras, peleando por una porción de ingresos que es cada vez más pequeña.

La sobreoferta del automovilismo argentino también atenta con la historia. Las butacas cotizan a precios europeos y por ende, cada vez hay más talentosos que miran desde afuera. En los últimos años se fue marcando más la brecha entre los que corren aportando su propio dinero y los pocos privilegiados que cuentan con el apoyo de patrocinadores.

Otro factor que denuncia ciertas cuestiones del deporte motor, es la salida de patrocinadores, naturalmente vinculados al automovilismo, por su rubro, por su historia, que en cambio deciden colocar sus inversiones en otras actividades, ya sea deportivas o culturales. Hoy es muy común ver a las grandes firmas de: industria automotor, lubricantes, neumáticos, combustibles, entre otros, patrocinando equipos de fútbol, torneos de rugby, de polo, de tenis o festivales artísticos.

Indudablemente hay algo que no funciona a nivel marketing desde el automovilismo nacional, que cada vez cierra su propio eje de difusión.

No cabe duda que la presencia internacional de un competidor argentino, generaría un sacudón masivo. Está claro que las categorías globales como la Fórmula 1 o Indy Car llegan hasta los sectores menos adeptos a consumir automovilismo. Lo mismo sucede con el Dakar, para tener una dimensión de esto.

Es tanta su exposición y su penetración, que es imposible no leer o ver alguna noticia referida a dichas categorías.

Sin ir más lejos, un simple test de algún equipo de F1 o Indy tiene impacto en medios de todo el mundo. Por el contrario, los tests de categorías nacionales cuentan apenas, con la cobertura de algunos pocos medios especializados. Esa es la gran diferencia, lo que ocurre a nivel global se transmite a nivel global.

En este contexto, Argentina perdió mucho terreno, años de ventaja, respecto a otros países de Latinoamérica, qué, con apoyo del estado en algunos casos y con inversiones privadas en otros, lograron formar una plataforma de pilotos con verdadera proyección internacional.

México, Venezuela y Colombia están a la vanguardia en estos tiempos. Sin dejar de lado a Brasil que siempre tuvo una gran estructura y presencia mundial.

Los otros países lograron un posicionamiento espectacular en las principaes categorías de elite, como Fórmula 1, Indy Car, NASCAR y también en sus divisiones promocionales; GP2, GP3 e Indy Lights entre otras.

Los nombres de Checo Perez, Pastor Maldonado, Esteban Gutierrez, Jhonny Ceccoto, Gaby Chavez, Ernesto Viso, Sebastián Saavedra, Gustavo Yacaman, entre otros, apuntan a ganarse un lugar y tienen estructuras que trabajan para ello.

Argentina tiene hoy en Esteban Guerrieri, al último piloto de su país con posibilidades de lograr una inserción internacional con éxito. Guerrieri demostró su talento, ganando en cuanta categoría compitió tanto en Europa como Estados Unidos. Además, el joven siempre dejó en claro su determinación. Es un verdadero luchador, sin embargo no hay forma de que consiga el apoyo de su país.

Algo falla en el marketing del automovilismo. Todos conocen y admiran la garra los Pumas por ejemplo, o el talento de la "Generación Dorada" de Basquet o la determinación de tenistas como Del Potro o Nalbandian. Quienes conocemos a Esteban Guerrieri sabemos que en él conviven la garra, el talento y la determinación de todos ellos juntos y lo ha demotrado con creces.

Otro proyecto es Facundo Regalía, pero allí la historia es otra. Este joven se radicó en España hace muchos años y si bien comenzó su carrera hace poco, tiene talento como para escalar y también tiene aval económico, con lo cual es factible que en poco tiempo seamos testigos de su irrupción en el automovilismo grande. 2012 será una buena plataforma para él, trabajando junto a Adrian Campos, el manager que en su momento patrocinó a Fernando Alonso.

Regalía parece ser el futuro próximo, la nueva esperanza. Pero hoy la realidad indica que es Esteban Guerrieri el que merece ocupar un lugar. Es el que pide a gritos el apoyo para no claudicar.

Argentina tiene el Dakar, el WRC, la FIA GT1 y pronto el Mundial de Enduro y el MotoGP. Eso es para aplaudir claro, porque nos pone en el mapa internacional, pero solo una vez al año por cada competición.

Con un argentino en carrera, la bandera nacional siempre estará ondeando, todo el año, en diferentes países del mundo, eso es lo se debe entender y no es solo por Guerrieri, es por los que vendrán, por los motociclistas, por los pilotos de Rally Raid y de Rally que corren a nivel internacional o sudamericano, es por el bien del deporte motor, que necesita expandirse para no desfallecer en la mediocridad.